La vida tras el ictus y la ayuda de la fisioterapia
El ictus es una enfermedad vascular mucho más frecuente de lo que se cree, que se desarrolla por diferentes causas y que provoca consecuencias en el cerebro de distinta gravedad, lo que se traduce en que la persona que la sufre tenga que hacerle frente a la pérdida de diversas funciones, ya sea a nivel psíquico, motor, metabólico, sensitivo…
Recuperar la vida después de un ictus no es fácil, pero, lo más importante es tener claro que no es imposible. Esa se puede volver a tener si el paciente pone de su parte, si se esfuerza, si no ceja en su empeño de contar con la misma calidad de vida y autonomía, y si confía plenamente en la ayuda de la fisioterapia. Y es que esta disciplina sanitaria, más concretamente los profesionales que la ejercen, es la que permitirá alcanzar ese objetivo.
En concreto, en cuanto el médico le dé permiso a quien ha sufrido el ictus para ponerse a acometer la rehabilitación, debe comenzar la tabla de ejercicios que le indique su fisio y así se iniciará una relación y una vida que se irá desarrollando de la siguiente manera:
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El profesional debe ser sincero desde el primer momento con el paciente y dejarle claro que va a tener que trabajar para alcanzar su completa recuperación, pero que puede conseguirlo. Y es que, aunque haya sufrido daños muy graves, el cerebro tiene una gran capacidad para adaptarse y recuperarse.
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Durante todo el proceso de trabajo con la fisioterapia, es imprescindible que se vaya con sumo cuidado y con tacto, ya que hay que ir poco a poco y, conforme se vayan consiguiendo resultados, ir aumentando progresivamente los ejercicios y los objetivos.
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En los primeros días, es fundamental la labor que lleve a cabo el citado profesional, como los que integran nuestra empresa Fisiohogar. Y es que en ese primer momento lo que debe hacer es centrarse en estimular las partes del cuerpo que se vieron dañadas y que han ido recuperando algo de movilidad, al tiempo que comenzar a trabajar para restituir por completo el equilibrio.
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Durante los tres meses siguientes, el plan de ejercicios será exhaustivo, profundo y duro, porque se producirá un importante avance en la recuperación.
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Entre doce y quince meses, según el ictus y las consecuencias que haya provocado, puede durar el proceso completo de rehabilitación.